viernes, 2 de marzo de 2012

Legazpi y Donsol

Los tigres y los elefantes de Kanchanaburi sacaron el Waku Waku que ni yo, ni nadie sabía que llevo dentro, así que el siguiente fin de semana cogí los bártulos y fui a Legazpi y Donsol, en la región de Bicol de Filipinas. Es uno de los sitios donde se puede nadar con los mayores tiburones ballena o butandines, como los llaman por aquí.

Llegamos el sábado justo después de una lluvia torrencial. Muy oportuno, porque si hace malo el tiburón se queda en el fondo del mar y lo ve Rita, así que me habría dejado la pasta en venir a un sitio que, francamente, no tiene otro atractivo. Como ese día ya era tarde para echarse al mar, estuvimos en Legazpi subiendo Ligñon Hill, desde donde se tienen unas vistas preciosas del volcán Mayon…cuando no hay mil quinientas nubes entre medias. Al resto les dio más rabia, pero tengo que decir que por lo poco que se veía y las fotos de las postales…donde esté el Teide que se quiete el Mayon. Además del volcán en Ligñon Hill se pueden visitar unas cuevas bastante agobiantes deonde los japoneses se ocultaban de los norteamericanos aunque tengo serias dudas de que esa cuva fuese menos peligrosa que el ejercito enemigo.
El Mayon. Bien tapadito, no vaya a ser que se le vea.
Modo joven explorador de cuevas: on
Antiguamente los estadounidenses sembraron el terror en Ligñon Hill. Ahora, el consejo Jedi vela por la seguridad de estos indefensos filipinos.
Después nos fuimos a Donsol en una furgoneta que se dejó los amortiguadores donde su dueño los dientes, y allí navegamos por un río donde hay concentración de luciérnagas. Está bien la cosa, aunque fue un chiste comparado con la pila de ellas que había en Kuala Selangor en Malasia, en parte porque había muchas menos y en parte porque verlo con el motor de la bangka metido en el tímpano le quitaba la gracia al asunto.
Por la noche, prontito al hostal, donde, además de los mosquitos, esperaban unas cuantas ranas saltando cerca de la habitación y una especie de perenquén al lado de la cama. Noto como finde tras finde, empiezo a acercarme más a Supervivientes que a Gran Hermano, voy tonteando más con la naturaleza.
Cabañita bien custodiada por ranas, sapos y algún perenquén.
El domingo por fin venía el plato fuerte: los tiburones ballena. Teníamos contratado el máximo de tiempo, que son 3 horas navegando en la bangka y con las aletas, la máscara y el tubo siempre listos porque en el momento menos pensado aparece el tiburón y hay que saltar a toda velocidad al agua, sin pensárselo dos veces, para poder acercarte lo más posible. Ese momento menos pensado tardó en llegar más de dos horas eternas, en las que quien quisiese podía consolarse porque vimos un mísero atún saltando, pero yo me estuve cagando en lo más grande no pude evitar sentirme decepcionado. Por fin, cuando ya había mandado todo a tomar por saco y me reía de los que dicen que ver un perenquén da suerte perdido toda esperanza, el vigilante de la bangka nos gritó para que nos tirásemos inmediatamente al mar porque había visto tiburones, aunque siempre pensé que al avisarme alguien de tener uno cerca lo que haría sería salir del agua, caminando sobre las aguas si hace falta. 

Medían aproximadamente 8 metros, aunque no son fáciles de ver desde el principio sino que de pronto te encuentras a muy poca distancia. Su piel es se camufla con el agua y tiene manchitas blancas así que no te das cuenta de que tienes a semejante bicho al lado hasta que de repente aparecen a tu lado millones de motitas blancas de la nada. Antes de darte cuenta distingues la cabeza y a medida que se mueve a tu alrededor descubres cómo se acercan las aletas, la cola...
Tú estás nadando tranquilamente y de repente aparece Mordisquitos de la nada.
Servidor no tiene cámara de agua así que las fotos son robadas.
¡Impresionante nadar con ellos así de cerca y más!
El tiburón pasa de ti como de la auténtica mierda así que se le puede seguir nadando a su lado y es una experiencia impresionante ver cómo se mueve y estás a un metro de distancia alucinando con la aleta y la cola, que siempre había identificado con la música de la película Tiburón y con un paro cardíaco instantáneo. No sabría decir si es mejor o peor experiencia que los tigres y los elefantes, pero que aquí tienes muchísima más libertad, está claro. Que nunca pensé que me movería entre ninguno de ellos, también.
Si fuese carnívoro se iba a poner fino el animalito.

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