miércoles, 22 de febrero de 2012

Bangkok y Kanchanaburi

En Filipinas siempre hay una temática que seguir para decorar, poner música, disfrazar humillantemente a los dependientes…A las arañas y fantasmas de Halloween les siguen inmediatamente cuatro meses de luces de navidad. Cuando no queda una mísera bombilla sin fundir, ya se deciden a sustituirlo inmediatamente por corazones y cupidos de San Valentín que duran mes y pico, lo justo para relevarlo por cruces de Semana Santa…y así sucesivamente, aunque no seré yo quien diga que encuentran una fiesta y les entra el brote obsesivo compulsivo. Sin embargo, por el motivo que sea, aquí no se celebra carnaval. Así que como este año no puedo ir a Tenerife, tuve que buscar una alternativa al fin de semana de carnaval. Y la elegida fue Tailandia.

Llegamos la noche del viernes al sábado y directamente fuimos de fiesta, donde nos esperaban los ICEX Tailandia, ICEX Malasia e ICEX Vietnam. Nada más entrar en el bar vimos que en Tailandia hay infinitamente más occidentales que en Filipinas y que los tailandeses son bastante similares a los filipinos, aunque los filipinos son bastante más sonrientes y amables. Al llegar de fiesta, un ratito no muy largo de dormir, y en pie para empezar a patearse Bangkok. Cogimos un barco que recorre el río Chao Phraya hasta llegar al Wat Po, un complejo de templos.
No, no es que el día fuese oscuro: el río está lleno de mierda.
En Bangkok hay que pagar para entrar a todos los templos pero afortunadamente es sencillísimo entrar por la puerta de salida y hacer el recorrido a la inversa sin pagar un solo Bath hay descuento para españoles. Seguramente el Wat Po nos hubiese impresionado mucho más si el día no hubiese sido tan gris pero aun así la colección de budas y construcciones es digna de ver, con tantos colores y estatuas alrededor. La mayor atracción de allí es el Buda reclinado, cubierto de oro y de 15 metros de alto y 43 de largo. La planta de sus pies está hecha de madreperla y se divide en los 108 símbolos por los que se puede identificar a Buda.
Foto robada de la salida entrada del Wat Po
Al final acaba siendo lo normal ver las paredes forradas de budas...
...y cruzarte con mojes a los que no puedes tocar.
Buda reclinado, al que no hay forma de sacar entero en una foto.
Los píes de la criatura.
Después fuimos al Gran Palacio, que no es un sólo edificio sino un conjunto de estructuras y jardines y dividido en varias zonas. Allí, al igual que en la Masjid Negara de Kuala Lumpur tocó tunearse, aunque esta vez, en lugar de darme una capa estilo jedi pero de color nenaza me dieron unos pantalones de obrero de un color entre gris y azul que pegaban más en una mina de carbón que en un templo budista. Entre todos se encuentra el Wat Phra Kaew (Templo del Buda Esmeralda), lugar de culto de los reyes donde, como en todos, hay que entrar descalzo y cruzar las piernas al sentarse ya que no se pueden dirigir los pies a la figura de Buda.
Una de las muchísimas construcciones del Gran Palacio
El palacio es inmenso y teníamos una mezcla de cansancio y resaca criminal así que, entre eso y el mal tiempo, lo vimos más bien por la vía rápida y, después de perdernos y encontrarnos varias veces, fuimos al columpio gigante que hay por allí. Se llama Sao Ching-Cha y años atrás, durante una ceremonia religiosa se usaba como columpio desde el que coger una bolsa de oro suspendida a 15 metros de altura. Al lado vimos el Wat Suthat, un templo bastante desconocido para los turistas y al que, precisamente por no estar hasta arriba de guiris, fue una cierto ir. Allí, además de los ya típicos budas y tejados de colores, había un grupo de monjes haciendo su vida normal del día a día.
Sao Ching-Cha y Wat Suthat
Wat Suthat por dentro.

Los mojes, a lo suyo.
Está claro que aún quedaban muchos templos por ver y también está claro que muy diferentes no serían pero se nos echaba el tiempo encima y habíamos quedado para cenar. Fuimos a un restaurante de las afueras donde nos pusimos cerdos a comida riquísima y encima nos entretuvieron con las actuaciones del escenario. Ni todos eran buenos ni las actuaciones tenían mucho que ver así que me sentí como el jurado de Tú Sí Que Vales pero estuvo entretenido.

Por la noche fuimos a Khao San Road, la zona de mochileros donde estuvimos tomando algo en una terracita y viendo los puestos que hay. Tan pronto hay un puesto de ropa o de fruta, como uno de insectos fritos o titulaciones. Estuve un buen rato pensándomelo pero al final del de los bichos sólo me atreví a probar un gusano pequeñito porque las cucarachas, grillos y saltamontes eran casi del tamaño de mi puño. El puesto de titulaciones es muy tentador: por unos cuantos euros puedes irte con tu título de piloto, carnet de conducir de cualquier país, licenciatura de cualquier universidad…o incluso identificación de la CIA o el FBI! Tengo que decir que yo me quedé con las ganas de ampliar el curriculum ahí mismo…
Mierda que no mata, engorda
Crea tu propio CV: ¡facil, rápido y para toda la familia!

Estando en Bangkok, era obligatorio pasarse por uno de los barrios rojos. Como uno de ellos es muy del estilo del de Amsterdam y el otro debe ser algo conflictivo, fuimos a uno plagado de ladyboys, unas más conseguidas que otras, tomamos la coca cola de rigor para ver cómo era aquello, y no muy tarde cogimos el tuc tuc a casa, que al día siguiente tocaba volver a madrugar.
Tuc tuc tailandés
Esta vez era para ir a Kanchanaburi, más o menos a dos horas de Bangkok. Allí hay varias cosas que hacer pero, por tiempo, tuvimos que elegir dos: elefantes y tigres. Impresionantes las dos cosas.
Al llegar al Elephant Village nos dieron la opción de ver los elefantes y darles de comer o montarnos en ellos hasta el río y bañarnos allí con ellos. Lo primero se hace en cualquier zoo así que me fui de cabeza a lo segundo aunque al principio me arrepentí al montarme a lomos de un bicho que no me hacía sentir nada estable y me tenía a tres metros de altura. Cual Mogwli, me subí al elefante, que me llevó hasta el río marrón  bajando unos cuantos desniveles y allí empezó a sumergirse, volver a subir, echar agua por la trompa, girarse...de manera que aquello parecía el toro mecánico de la feria. Fue divertidísimo aunque desde aquí afirmo que no es fácil trepar al lomo de un elefante desde el río cuando el animal no para quieta un momento.
¡Dumbo!
Dumbo soplaba por esa trompa que no veas
Chapoteando con elefantes. Lo típico.
Camino 1: llano. Camino 2: cuesta. No hace falta decir cuál eligió el elefante...
Una vez agotados y empapados, pusimos marcha al Tiger Temple. Allí los monjes cuidan tanto a tigres y ciervos como caballos o especies de bueyes con cuernos más grandes que las patas. Muy bonitos todos los animales en libertad por el terreno en el que nos movíamos, pero sin duda lo mejor fueron los tigres, sobre todo los más jóvenes que parecían cachorros de metro y medio con los que daban ganas de ponerse a jugar de no ser porque de un zarpazo te arrancan la cara.
¡Shere Khan y Mogwli!
7 mesecitos que tenía este...
y tres meses este. Los monjes les cuidan como si fuesen sus hijos.
También estaba Bambi. Esto parecía Disneyworld.
No hace falta decir lo que corrían cuando había un tigre cerca.
Con la emoción de haber montado y nadado con elefantes y haberme movido entre tigres en el mismo día, empezamos el camino de vuelta a Bangkok para coger el vuelo hacia Manila y comenzar a preparar el siguiente fin de semana, que también tiene algún animal de por medio.

jueves, 16 de febrero de 2012

Volcán Pinatubo


Van más de cuatro meses intentando ir al volcán Pinatubo y cancelándolo cada vez por una historia. Ahora por fin, lo puedo tachar de la lista de sitios a los que ir. Una lista larga como la de los reyes godos y que es imposible de completar, pero hay que intentarlo.

El Pinatubo es otro de los volcanes que hay en Filipinas. Hay que hacer una larga caminata para llegar y salir a las 3 de la madrugada de Manila para que el paseíto empiece a las 6 y no te achicharres en el camino. Al llegar allí se hace la primera parte en 4x4 y en ese momento aún es más el sueño que las ganas de volcán. Aunque hay que reconocer que a medida que vas comiéndote todas las barras del 4x4 en cada bote vas despertándote y viendo el paisaje, que sí compensa por el madrugón.
En el viaje te encuentras desde un hombre en su vaca
hasta grupitos de niños simpatiquísimos
Con el 4x4 no faltó de nada: ríos, terraplenes, cuestas...
Es una meseta enorme rodeada de montañas y que al final termina estrechándose hasta formar un cañón donde vive un animal tipo vaca que no conseguí identificar y que menos mal que se estaba quietecito.
Al ver esto...
...fue inevitable revivir el doloroso momento.
Después ya viene la caminata. Hay dos opciones, la larga y la corta. En mi opinión con la corta va que arde pero… ¡vaya! Está cerrada así que te jodes, dejas de bostezar y tiras por la larga pudimos disfrutar de más kilómetros de Pinatubo a las 6 de la mañana, ¡viva! Todo en esta vida es susceptible de mejora así que para añadir emoción al asunto se me rompió la chola aproximadamente al minuto 1 de caminata. Fantástico ir con el calzado roto cuando hay entre 2 y 3 horas de ida, más lo mismo de vuelta.
Por qué ir por la línea roja cuando puedes extenuarte por la amarilla
Aquí empezaba la caminata y terminaba la vida de mi chola
Al final la caminata no fue tan dura, probablemente porque ni sentía ni padecía del sueño infinito que tenía. Cruzar muchos riachuelos, piedras, alguna colina no muy inclinada…y por fin se llega al cráter, que merece muchísimo la pena. Tiene un lago de un azul muy intenso por la reacción de las algas con los compuestos químicos del agua que queda de escándalo para hacer fotos. Allí nos quedamos un buen rato para comer, bañarnos en el lago y descansar. Muy oportuno lo de haber madrugado tanto porque estuvimos en el cráter justo antes de que llegase un ejército de filipinos domingueros a comerse su arroz en el volcán.
Cráter antes de la invasión de domingueros
Cuando ya tanta gente empezaba a estorbar habíamos disfrutado todo lo que el volcán ofrece, empezamos el camino de vuelta, con la chola aún colgando. Si no supiese que son lentos como ellos solos, podría jurar que mientras estábamos en el cráter habían tenido tiempo de alargar el camino de vuelta porque se hizo eterno. Contra todo pronóstico, ni siquiera con el calzado roto me estampé en ningún momento de la caminata. Pero salir ileso no tendría emoción así que desde aquí doy las gracias a la araña que me picó en el volcán y me dejo dos agujeros en el pie que indican que el bicho tenía un tamaño similar al del filipino medio. Es curioso cómo la suerte nunca decide que sean tus números de la bonoloto los que salgan pero sí sea tu pie, el del alérgico, el elegido por la araña del volcán. Según la película bibliografía sobre el tema, calculo que los efectos de la picadura de especie extraña de araña empezarán a notarse esta semana.
Ahora las calles de Manila están seguras