miércoles, 25 de abril de 2012

上海


El viaje por Birmania fue bonito pero yo he nacido destinado para comodidades y lujos siempre fui más de ciudad que de campo, así que el siguiente destino tenía que ser algo muy diferente. Como la mayoría de los viernes, al salir del trabajo miré a qué hora entraría el lunes mi jefe para no madrugar en exceso fui a casa para preparar la mochila y marchar hacia el aeropuerto, cuyos arcos de seguridad cruzo con más frecuencia que la puerta de mi casa.

Los chavales del NAIA, el aeropuerto de Manila, llevan grabado a fuego que las prisas no son buenas, así que dos horas más tarde de lo previsto, despegamos hacia Shanghai. En diciembre, pese al frio mortal, Pekín había dejado muy alto el listón de China continental, pero después de haber visto las dos, no son ciudades que se puedan comparar. El minipunto del turismo se lo lleva Pekín, pero para vivir me quedaría con Shanghai. En cualquier caso, los ICEX de China nos trataron genial, en su línea.

Al llegar tan tarde, poco pudimos aprovechar del viernes así que después de tomar algo por ahí, nos fuimos a la cama según salía el sol. Ya el sábado, con el modo guiri activado, empezamos con el templo de Jing’an. Es un templo bonito y muy bien conservado, hasta el punto de que parece recién hecho, pero después de haber visto tantos en tantas ciudades, tendrían que hablar los dragones para mantener la emoción va siendo menor. Seguimos dando una vuelta por la zona hasta llegar a Renmin Square.
静安寺
Al que atine lanzando la monedita, Buda le da suerte
Se trata de un parque, pero nada que ver con un aburrido parque occidental donde la gente solo puede tomar un helado, pasear o tomar el sol. Atrás quedaron esas sosas actividades para los chinos, que van más allá y se acercan al parque a encontrar pareja para sus hijos e hijas. Como si de un outlet de personas se tratase, los padres de Shanghai cubren el parque con anuncios donde promocionan a sus hijos con datos clave como la edad, altura, sueldo, e incluso algunos padres ignorantes de los cardos que tienen por hijos se atreven a poner una foto de la criatura. Después detallan cómo debe ser la pareja para pasar el casting y que empiece la puja! Por mucho que diga aquí, hay que verlo para hacerse una idea de cómo un chino común sale de rebajas y se compra un jersey, unos dumplings para merendar y un novio para su niña, da igual que ella tenga 21 años, porque para ellos ya se le está pasando el arroz a la muchacha.
Padres motivados a la caza de yerno/nuera
Tú llegas, plantas tu cartelito, y a esperar a que piquen
Seguimos por 南京路 (Nánjīng Lù) hasta llegar al Bund, donde mirando a un lado encuentras una zona de edificios coloniales y girando un poco la cabeza te encuentras con un paisaje futurista con la Oriental Pearl Tower y el Shanghai World Financial Center asomando entre otros rascacielos. Eso es lo más bonito de la ciudad, que combina las dos cosas de la manera más natural. Subimos a la Perla, vimos las vistas impresionantes desde allí, incluido desde la terraza con suelo de cristal, y, cuando había más chinos por baldosa que metros de altura anocheció y vimos la zona de Pudong iluminada, fuimos a un parque a tomar algo y descansar un poco, que estábamos para el arrastre.
Vas caminando por la calle y te encuentras un escaparate de tiburones y tortugas. Lo típico.
Llegas a la Perla de día
Ves la ciudad desde un cristal dudosamente fiable arriba
Y te vas de noche
El domingo empezamos por la zona de los jardines de Yuyuan y muy chino todo, el jardín, los edificios, los carteles…y después de comer pasamos la tarde por la Concesión francesa, 新天地 (Xīn Tiān Dì) y 田子坊 (Tiánzǐfāng). Aquí sabes que estás en China por los ojos de la gente y los caracteres de los letreros, pero por lo demás, podrías estar en Europa perfectamente. Es el punto fuerte de Shanghai, una mezcla de estilos de ciudad que no tienen nada que ver pero que quedan fenomenal. Le falta, eso sí, una buena playa, y por eso el siguiente encuentro filichino, que ya será el cuarto, toca en Filipinas.

Entrada a los Jardines de Yuyuan...
...que son el típico paisaje de restaurante chino pero sin ser cutre garzas
Callejuelas por 田子坊
Esto es el Bund...
...miras a un lado y estas en Star Wars...
...miras al otro, y parece que va a salir Napoleón.
Eso sí, las macarradas turísticas que no falten en ninguno de los dos lados.

viernes, 20 de abril de 2012

Birmania

La Semana Santa en Filipinas se caracteriza por celebraciones bastante desagradables, francamente muy intensas como crucifixiones reales. Tentador como suena, he tenido que dejar pasar la oportunidad de que un puñado de fanáticos me salpiquen con su sangre desde su cruz adentrarme en esta tradición porque ya tenía planeado otro destino para estas vacaciones: Birmania o, como lo llama el resto del planeta, Myanmar.

Diez días con la mochila a cuestas por Birmania dan para ver muchas, tal vez demasiadas, pagodas, templos, monasterios…pero lo interesante de viajar por este país es su gente y la cultura, que no tiene absolutamente nada que ver con cualquier otro país donde yo haya estado.
Salimos el viernes de Manila hacia Bangkok, donde haríamos noche en la nevera el aeropuerto para coger el primer vuelo del sábado hacia Yangon, la capital de Birmania. Allí pudimos ver las primeras pagodas, algún monasterio, un buda reclinado que no es ni la mitad de bonito que el de Bangkok…y todo descalzos, porque aquí es imprescindible quitarse los zapatos para entrar a cualquier tipo de lugar sagrado budista, así que mejor no hablar de los callos que tienen los amigos birmanos.
Pescadería de un mercado de Yangon
La primera pagoda que visitamos fue Sule Paya. Allí tuvimos la primera muestra de lo encantadora que es la gente en Birmania. Son agradables, muy serviciales, y generalmente desinteresados. Se acercan a preguntar de dónde eres, qué hacer por allí, te explican sus costumbres…sin luego poner el cazo para cobrárselo, no como en el resto del sudeste asiático.

En Sule Paya, un espontáneo nos explicó que en Birmania la semana tiene 8 días. Lejos de ser mi sueño de fines de semana de 3 días, lo que hacen los amigos birmanos es partir el miércoles en dos, la mañana y la tarde. Cada uno de los 8 días de la semana representa un punto cardinal y un animal, de manera que según en qué día caiga el nacimiento de una persona, le corresponde un animal u otro: el león, el tigre, el dragón…o el mío, el ratón. No era suficiente con que mi horóscopo chino fuese la rata. No, en el birmano tenía que ser el ratón. Cada animal tiene su representación en el punto cardinal que le corresponde, junto a un buda al que hay que echar por encima un número de vasos de agua igual a la edad de la persona más uno, y después golpear una campana, preferentemente un número impar de veces. Es una tradición de culto, igual que pegar láminas de oro a las estatuas.
No sin mi rata
Sule Paya está bien pero es mucho más impresionante Shwedagon Paya. Es mucho más grande e, igual que en el resto del país, con muy pocos turistas, así que se puede ver perfectamente la vida de la gente local. Aquí ya empezamos a ver monjes con sus túnicas granates, o rosas si son mujeres, y alguna celebración con niños. Los niños deben pasar un período como monjes alrededor de los 10 años y otro después de los 20, y antes de que empiecen lo celebran vistiéndose con un traje típico, con procesiones de mucha gente, música…
Macromonja y Mininonja meditando
Entrada a Shwedagon Paya
Shwedagon Paya
Procesión con los futuros monjes en brazos
El domingo cogimos un vuelo a Heho pata ir a Nyaungshwe, al lado de Inle Lake. Esto ya es una zona de pueblitos donde se puede encontrar mucha menos gente, pero igual de encantadora, y muchos más monjes, sobre todo de los pequeñitos, que son monísimos. Caminando por el pueblo conocí a una chica que da clases de inglés gratis a los niños del pueblo para que en un futuro puedan ganarse la vida, ya que aquí en cuanto han aprendido a leer y escribir se les suele sacar del colegio. Justo en ese momento estaba en mitad de una clase así que nos invitó a quedarnos y hablar con los niños para que pudiesen tener una clase con conversación en inglés, y este fue de los mejores momentos del viaje.
¡El cole!
El lunes hicimos un día en canoa alrededor del lago y fuimos visitando mercados flotantes, templos, pagodas, estupas…que son muy similares pero que merece la pena ver, sobre todo alguna más alejada a la que nos guiaron dos niños monjes, que me habría traído a casa de recuerdo.
Orilla del lago y desembarco de monjes
Niño alucinando con la canoa...pero no con el buey que tiene a 10 cm
Tán bonitos los monjitos
Así seguimos hasta que de repente llegó el diluvio y tuvimos que refugiarnos en un templo que hay en mitad del lago. Allí nos encontramos con muchísima gente que también tuvo que parar allí para protegerse del tormentón, que hizo que se fuese la luz y nos encontrásemos allí, en mitad de un lago enorme, a oscuras y diluviando. Todo indicaba que en breve empezarían las desapariciones y asesinatos en la oscuridad del templo pero a ver quién es el valiente que se intentaba largar en su canoa y agarraba un paraguas para que le achicharrasen 3 ó 4 rayos. Horas después, cuando ya fuera empezaba a estar demasiado oscuro para volver, no hubo más opción que arriesgarse a coger la canoa o quedarse a hacer noche en el templo, así que nos la jugamos con la canoa. Con más agua en la ropa que en el propio lago, conseguimos volver al hostal y al día siguiente fuimos a ver un pueblecito cercano, Kaungdaing, antes de coger otro vuelo hasta Mandalay.
Entrada al templo del diluvio

Niños recogiendo fruta en Kaungdaing

Mandalay es una antigua capital situada cerca de otras capitales más antiguas aún como Amarapura e Inwa, que visitamos al día siguiente junto con Sagaiz. En Sagaiz hay una cantidad enorme de estupas, que es lo único que ves en la ladera de la montaña, y un templo más grande en la cima. El templo, como todos, lleno de imágenes y figuras de buda. Aunque acaba resultando repetitivo, es bonito ver todo aquello lleno de budas. Lo que ya es menos bonito es esa corona de luces LED que les plantan en la cabeza y que va reproduciendo animaciones en color como los carteles de una tienda de electrónica de barrio. Una macarrada descomunal que lo hace parecer más una discoteca de pueblo que un templo, pero se ve que les encanta, que le vamos a hacer.
Y estas son las luces más sencillas, no digo más...
Inwa es una antigua capital donde se pueden ver monasterios impresionantes, antiguos templos y, en general, ver cómo era una ciudad de hace cientos de años…una vez se ha pagado el ticket arqueológico. Y esto puede parecer una bobada pero en este país, pagar es una aventura. Muchas cosas se pagan en dólares, pero el billete debe estar impoluto: ni un doblez, ni una marca, absolutamente nada pintado o sellado…con lo que la mayoría de las veces pagar se convierte en un ejercicio de poner cara de bueno o, si no funciona, de amenazar con largarse sin pagar.
Piscina de cuando Inwa era capital, hace...
En pleno proceso de colar un billete de 10$
Por último fuimos a Amarapura, ya más tranquilito, y de vuelta a Mandalay. El jueves visitamos Mandalay, sus pagodas, su palacio real, sus monasterios, y la universidad de monjes. Nunca pensé que existiría una universidad de monjes, donde viven durante el curso y se preparan para los títulos intermedio y superior.
Monk University. Es como Hogwarts pero en lugar de pociones y runas antiguas, estudian psicología y cosas de budismo.
Monje en la biblioteca de us universidad

Monasterio en Mandalay
Por la tarde volamos hasta Bagan, donde nos quedamos en Nyaung U. Exceptuando el incidente de la tormenta tropical en el lago, el viaje estaba dejando pocas batallitas así que decidí darle emoción al viaje y ponerme malo nada más llegar a Nyaung U. ¿Hay algo más emocionante que una noche de fiebre y vomitona en un pueblo de aproximadamente 11 casas situado en mitad de la nada? Sí, lo hay, y es que este festival dure más de una noche. El día siguiente tuve que quedarme en el baño la cama mientras los demás veían otras mil pagodas, esta vez esparcidas por un paisaje desértico, que es lo que hay en esta zona. Dos días después, aunque lo que hubiese pillado seguía dando querra, me resistí a perder más tiempo y fuimos a ver más pagodas como las que vieron el día anterior. No tienen nada que ver con las de las ciudades, estas no son doradas, y lo bonito es subir hasta arriba y ver el paisaje: toda una explanada que parece no acabar, y llena de pagodas.
Pagoda de bagan desde fuera...
...y dese arriba
Por la tarde fuimos al Monte Popa, que es una birria el equivalente al Monte Olimpo, la residencia de los Nat, 37 espíritus de la mitología del país, y no todos ellos precisamente buenos. Puede que sea por culpa de Caballeros del Zodiaco, pero yo esperaba algo mucho más espectacular, con pequeños templos para cada Nat y en su lugar me encontré con millones de puestos de bebidas y camisetas, entre los cuales se intercalaban salas dedicadas a los Nat, y un pequeño templo en la cima del monte. 
Algo así esperaba yo del Monte Popa y los Nat
Después de tanto viaje, transporte, mochileo, pateadas, templos…decidimos darnos un lujo esa noche y cambiar los hostales cutres pero baratos por un resort con piscina. Fantástica idea de no ser porque cayó otra tormenta, tan grande o más que la del lago, y tras un par de horas por caminos que empezaban a ser más para una barca que para un coche, llegamos a un resort, donde lo único que pudimos hacer es ver la piscina verde por la lluvia y meternos al cuarto para no seguir mojándonos. Afortunadamente, lo que perdimos en relax lo ganamos en emoción ya que a mitad de la noche se me coló en el cuarto un murciélago! ¡Bravo! ¡Viva el campo!
Al día siguiente volvimos a Yangon, callejeamos un poco más, dimos una vuelta en tren local, el mismo que cogen ellos para transportar la cosecha, y cogimos el vuelo a Bangkok, donde hacíamos escala para volver a Manila. Los horarios de los vuelos son una putada caprichosos, así que nada más llegar de tanto vuelo, dio tiempo a llegar a casa, darse una duchita y de cabeza a la oficina a lucir cara de muerto! Muerto, pero contento, porque Birmania es un país muy recomendable aunque está claro que yo he nacido más para viajes de lujo.