jueves, 16 de febrero de 2012

Volcán Pinatubo


Van más de cuatro meses intentando ir al volcán Pinatubo y cancelándolo cada vez por una historia. Ahora por fin, lo puedo tachar de la lista de sitios a los que ir. Una lista larga como la de los reyes godos y que es imposible de completar, pero hay que intentarlo.

El Pinatubo es otro de los volcanes que hay en Filipinas. Hay que hacer una larga caminata para llegar y salir a las 3 de la madrugada de Manila para que el paseíto empiece a las 6 y no te achicharres en el camino. Al llegar allí se hace la primera parte en 4x4 y en ese momento aún es más el sueño que las ganas de volcán. Aunque hay que reconocer que a medida que vas comiéndote todas las barras del 4x4 en cada bote vas despertándote y viendo el paisaje, que sí compensa por el madrugón.
En el viaje te encuentras desde un hombre en su vaca
hasta grupitos de niños simpatiquísimos
Con el 4x4 no faltó de nada: ríos, terraplenes, cuestas...
Es una meseta enorme rodeada de montañas y que al final termina estrechándose hasta formar un cañón donde vive un animal tipo vaca que no conseguí identificar y que menos mal que se estaba quietecito.
Al ver esto...
...fue inevitable revivir el doloroso momento.
Después ya viene la caminata. Hay dos opciones, la larga y la corta. En mi opinión con la corta va que arde pero… ¡vaya! Está cerrada así que te jodes, dejas de bostezar y tiras por la larga pudimos disfrutar de más kilómetros de Pinatubo a las 6 de la mañana, ¡viva! Todo en esta vida es susceptible de mejora así que para añadir emoción al asunto se me rompió la chola aproximadamente al minuto 1 de caminata. Fantástico ir con el calzado roto cuando hay entre 2 y 3 horas de ida, más lo mismo de vuelta.
Por qué ir por la línea roja cuando puedes extenuarte por la amarilla
Aquí empezaba la caminata y terminaba la vida de mi chola
Al final la caminata no fue tan dura, probablemente porque ni sentía ni padecía del sueño infinito que tenía. Cruzar muchos riachuelos, piedras, alguna colina no muy inclinada…y por fin se llega al cráter, que merece muchísimo la pena. Tiene un lago de un azul muy intenso por la reacción de las algas con los compuestos químicos del agua que queda de escándalo para hacer fotos. Allí nos quedamos un buen rato para comer, bañarnos en el lago y descansar. Muy oportuno lo de haber madrugado tanto porque estuvimos en el cráter justo antes de que llegase un ejército de filipinos domingueros a comerse su arroz en el volcán.
Cráter antes de la invasión de domingueros
Cuando ya tanta gente empezaba a estorbar habíamos disfrutado todo lo que el volcán ofrece, empezamos el camino de vuelta, con la chola aún colgando. Si no supiese que son lentos como ellos solos, podría jurar que mientras estábamos en el cráter habían tenido tiempo de alargar el camino de vuelta porque se hizo eterno. Contra todo pronóstico, ni siquiera con el calzado roto me estampé en ningún momento de la caminata. Pero salir ileso no tendría emoción así que desde aquí doy las gracias a la araña que me picó en el volcán y me dejo dos agujeros en el pie que indican que el bicho tenía un tamaño similar al del filipino medio. Es curioso cómo la suerte nunca decide que sean tus números de la bonoloto los que salgan pero sí sea tu pie, el del alérgico, el elegido por la araña del volcán. Según la película bibliografía sobre el tema, calculo que los efectos de la picadura de especie extraña de araña empezarán a notarse esta semana.
Ahora las calles de Manila están seguras

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