martes, 20 de marzo de 2012

香港

Después de Taipéi no iba a pasar mucho tiempo hasta volver a China. El siguiente destino fue Hong Kong, que personalmente me gustó muchísimos más que la capital de Taiwán. Ir a Hong Kong fue como volver a pisar Nueva York, concretamente Manhattan, con la diferencia de que allí puedo comunicarme. En la línea de China, encontrar a alguien que hable inglés es como encontrar un restaurante en Filipinas donde la comida se parta con cuchillos en vez de cucharas muy difícil, aunque no tanto como en Pekín.
Colas en inmigración al llegar a HK
Y cola con pasaporte de servicios. ¡Viva el azul!
El poco chino mandarín que sé, y que me valió de algo en Pekín y Taipéi, aquí les suena a eso, a chino. En Hong Kong se habla chino cantonés, que, no, no tiene nada que ver así que todos los intentos de conversaciones terminaban, por una u otra parte, con cara de idiota esperando respuesta.

Como siempre, llegamos bastante tarde el viernes, en parte porque el vuelo era tarde y había que ir hasta Hong Kong Island y, en parte, porque como utilizar mapas es de novatos, pensamos que era mucho mejor decidir nosotros mismos en qué sentido de la calle había que caminar. Como no podía ser de otra manera nos equivocamos, por supuesto. Cuando encontramos la casa, dejamos las cosas y fuimos a dar una vuelta por la zona de fiesta de Hong Kong Island, Lan Kwai Fong. Hacía muchísimo tiempo que no veía tanta concentración de gente rubia y occidental en general. Y hacía también mucho tiempo que no veía tanta gente de fiesta en la calle, bebiendo como si la zona entera fuese un botellón así que no me quité la sonrisa de la boca en toda la noche.

El sábado empezamos por el Man Mo Temple, que…sin más, porque ya he visto demasiados templos como para que me sigan impresionando los más normalitos, la verdad. Y el cuelgue a incienso que me llevé puesto no le da minipuntos extra al lugar. Como un guiri tiene que patearse la ciudad aunque haga un día francamente asqueroso, hicimos el ridículo más absoluto decidimos subir al Victoria Peak, un mirador desde donde se ve Hong Kong entero cuando no hay una niebla brutal como ese día. Aunque no se pudiese aprovechar al máximo las vistas, subir ahí arriba vino bien para observar algunos comportamientos locales como poner un supermercado en lo alto de una montaña a la que hay que subir en funicular cuando en el centro de la ciudad hay que matarse por ver uno.
Este fue el rato despejado desde Victoria Peak. Con eso lo digo todo.
Cuando asumimos que es absurdo estar un mirador si no se pude mirar nada bajamos del Victoria Peak fuimos al Wong Tai Sin temple. Esta vez el templo tenía cosas bastante diferentes a los demás, jardines, puentes…y estuvo entretenido así que pasamos un rato y nos marchamos al Ladies Market, uno de los mercadillos de Hong Kong donde se pueden encontrar bastantes cosas y no muy caras si tienes la paciencia suficiente para regatear.
Wong Tai Sin
Tirar monedas a la fuente está pasado. Lo realmente auténtico es tirar billetes. Lo siguiente, la master card, con clave y todo.
Parte trasera del templo.
Con el tiempo ya un poco pegado fuimos a Avenue of the Stars, un paseo marítimo muy chulo desde el que se puede ver por las noches el espectáculo Symphony of Lights, que ya de chulo no tiene nada quedó por debajo de las espectativas porque el juego de luces no es nada del otro mundo y la música que ponen la consiguieron enviando tono, politono o sonitono al 5557 es muy simple y no se coordina con las luces.
Avenue of the Stars
Habiendo visto el panorama de la noche de Hong Kong la noche anterior ya era el momento de cambiar el mapa de la ciudad por la botella de cerveza hacer turismo nocturno, así que después de cenar volvimos a Lan Kwai Fong. Los únicos datos que recuerdo que voy a dar, por no extenderme, es que había mucha gente, mucho occidental, música comercial y mucha marcha. Me encantó, vamos. Cuando ya habíamos amortizado la noche nos fuimos a la casa, y no tengo palabras para describir el momento de llegar al portal, orgullosos haber sabido el camino sin problemas, y encontrarnos con que no teníamos ni idea del piso en el que dormíamos, ni tampoco el teléfono de nadie para preguntarlo. En un momento de confianza absurda decidí intentar comunicarme con el portero del edificio. El hecho de que yo hablase en inglés, lo intentase en mandarín y él sólo me contestase en cantonés pudo ser clave para que aquello fuses un largo diálogo contra la pared. Al final llegó una chica que hablaba inglés, sirvió de traductora y así pudimos entrar a probar la llave en todas las puertas, como era nuestra intención hasta encontrar la que tenía premio. El conserje, que era chino pero no imbécil, dijo que se venía con nosotros para asegurarse de que entrabamos en el piso y no nos quedábamos pululando con el edificio. Ahí estábamos, con un edificio lleno de puertas y una sola oportunidad para probar la llave en una de ellas, porque está claro que a la primera que intentásemos y no funcionase, el tipo nos iba a echar. Y así fue, porque habría sido muy fuerte elegir la puerta correcta a la primera. ¡Fantástico! Tirados en la calle de Hong Kong a las mil de la mañana y sin poder comunicarnos con nadie, ¡esto es vivir una ciudad a fondo! Una vez en la calle, el amigo portero decidió que tampoco nos merecíamos estar en el portal del edificio así que nos acompañó al de al lado porque no quería ni vernos. Con miedo de que llamase a la policía para desalojarnos de la calle directamente, por fin contactamos con otro amigo que vivía en Kowloon, otra parte de Hong Kong, nos vino a buscar y nos quedamos en su casa.

Entre el viaje, el turismo diurno, el nocturno y la noche de expulsión, lo último que queríamos era madrugar al día siguiente así que dormirnos a pierna suelta hasta casi mediodía, lo justo para pasar la tarde en el Buda gigante de Lantau Island y después de marcharnos al aeropuerto. Por supuesto, la suerte siguió de nuestro lado y cuando llegamos a las 16:50 a Lantau Island, nos dijeron que cortaban el acceso al Buda a las 17:00. Visto lo visto, nos metimos a un restaurante a ponernos cerdos a comer cosas asiáticas y de ahí al aeropuerto para volver a Manila, que será lo fea que sea, pero al menos sé en qué piso vivo.

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