domingo, 15 de enero de 2012

Kuala Lumpur

Después de tanta visita en Filipinas, empieza el momento de seguir devolviéndolas. Después de Pekín en diciembre, en 1998 2012 la primera ha sido Kuala Lumpur, en Malasia, donde vive mi amigo Félix.

Esta ciudad es un cajón desastre donde caben malayos, indios y chinos. Eso sí, pasando unos de otros como de comer mierda todo muy delimitado culturalmente. Todos son malasios, pero solo algunos son malayos, que viene a ser la raza de pedigree en este país, musulmanes ellos. Los chinos controlan bastante porque son los amos del negocio y los indios tienen huecos en la frente de tanto pintarse el circulito terminan siendo la clase más baja. Lo bonito de observarlos a todos juntos es darse cuenta de que quien acuñó el término callo malayo no se inspiró sólo en la rima fácil ver el contraste de culturas y lo bien que conviven entre saris y velos.

El sábado por la mañana nos alejamos del centro de KL para ir a las Batu Caves, donde además de subir 272 escaloncitos pudimos ver un templo hindú dentro de una cueva y hacer una visita guiada por una caverna llena de murciélagos, serpientes e insectos raros que se esconden entre estalactitas y estalagmitas. Fuera de las cuevas hay un auténtico ejército de monos que no tiene el más mínimo miedo a los humanos y así acabará la cosa, porque ya sabéis todos lo que pasa en la película campan a sus anchas poniéndose de lo más chulo enseñando dientes dientes, que es lo que les jode cuando un turista tiene algo que ellos quieren. Además de para ver las cuevas, esta excursión ha valido para confirmar que no hay un Mowgli en mí porque no me gustan un carajo los monos.
Templo a la entrada de Batu Caves

Entrada de Batu Caves y Megazord hindú estatua dorada del dios Murugan
Niñas resistiendo ante el ataque de los simios
Resultado del ataque tras la derrota de las niñas
Entrada a la batcueva al templo
No hubo feeling.
Por la tarde dejamos Kuala Lupur para ir a Kuala Selangor, donde vimos más monos y me reafirmé en que los macacos estos, para Tarzán más tarde, cuando anocheció, cogimos una barca en Kampung Kuatan para ver una de las comunidades de luciérnagas más grandes del mundo. Con los primeros putos brillantes no puedes evitar pensar que en realidad es un bicho con el culo fluorescente en la oxidación de luciferina que se cataliza en cada uno de ellos pero enseguida empiezas a admirar lo bonito que queda el río de noche rodeado de lucecitas. Por la noche, visita rápida a los bares de la zona donde Kuala Lumpur gana la partida a Manila con un montón de barecitos con terraza y música comercial. En lo que sí se parecen las dos ciudades es en los contrastes. No es tan exagerado como en Manila pero cuando te vas alejando del centro de Kuala Lumpur, cada vez va siendo un poco más Cloaca Lumpur.

El domingo empezamos con visita a las Torres Petronas, que son muy bonitas de día pero quedan lejos de cómo son de noche. Después a Menara Tower, la cuarta torre de telecomunicaciones más alta del mundo con 421 metros de altura, que ofrece unas vistas panorámicas de toda KL y una audioguía que debió preparar el mismo inútil que las de la Ciudad Prohibida de Pekín para variar, no funcionaba bien. Tras intentar colarme sin éxito en el restaurante giratorio que hay en la torre fuimos a Little India y a continuación cambiamos de cultura al llegar a la Mezquita Nacional, Masjid Negara, la más grande del sudeste asiático. Allí me obligaron a descalzarme y tunearme ponerme una túnica morada que me convertía en un híbrido de Voldemort y el teletubbie morado y así, muy auténtico yo entre la barba de dos días y mi color marrón, pude ver las salas de oración, los techos adornados…de una mezquita bastante moderna. Como se nos hizo tarde, no pudimos llegar a tiempo a la Mezquita Jamek, Masjid Jamek, que sí parece más tradicional, y hubo que conformarse con verla desde fuera.
Little India


I must be the one to kill Harry Potter
En Masjid Jamek las túnicas eran de teletubbie azul

 
Torres Petronas
Por la noche de vuelta a las Petronas para alucinar con ellas iluminadas y, antes de ponerse en marcha al aeropuerto para volver a Manila, unas cañas en el SkyBar, situado en un rascacielos enfrente de las Petronas que da unas vistas preciosas de ellas y, atentos a esto, con una piscina más que grande en mitad del bar! Las luces azules y blancas que flotaban en la piscina y alumbraban las mesas de alrededor hacían que el local sea visita obligada después de las Petronas y lo pone al nivel de otros pocos como el Coyote ZZZ.

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