sábado, 25 de agosto de 2012

Macao

Cuando ya has dado una paliza monumental a la tarjeta de crédito vueltecita por Japón y Singapur, lo mejor es terminar de rematar la cuenta corriente con el último de los países que se diferencian del resto del sudeste asiático.

Macao se divide en 3 zonas: Macao Peninsula, Taipa y Coloane, y allá done hay zona de casinos es como entrar en un plató de televisión, lleno de pantallas, focos o grandes estructuras. En cuanto te sales de la zona de casinos, lo cierto es que la ciudad da pena verla, aunque tengo que estar agradecido porque, después de once meses pensando que la ciudad de Manila era la más fea que yo había visto en mi vida, superando incluso a La Valeta y Castellón, ha sido brutalmente destronada por Macao. Gracias Macao! Si lo llego a saber, me paso antes por allí!
Macao: ese lugar donde todo está escrito en portugués pero nadie sabe hablarlo.
Sí que es verdad que tiene restos coloniales portugueses que están bien, como la Plaza Largo do Senado, que sí es muy bonita, o las ruinas de la Catedral de San Pablo, que son muy, muy, muy ruinas, porque queda la fachada y poco más, quitando cuatro espontáneos gritando Jesús te quiere en chino, cosa que me hizo ilusión porque les entendí. De Portugal les queda eso y los pastelitos de Belem, porque por lo demás son chinos hasta la médula los condenados. Allá donde mires tendrás todo escrito o repetido en portugués. Ahora bien, a ver quién encuentra a alguien que lo hable. Que por no hablar, no hablan ni inglés, pero es que ni siquiera en los casinos!! Que se supone que son algo bastante turístico, ya que Macao superó hace años a Las Vegas en este asunto, pero nosotros tardamos más de media hora en entender dónde había que jugar. Ojo, no cómo, sino dónde!! En los casinos hay una parte para jugar con patacas, la moneda de Macao, y otra para jugar con dólares de Hong Kong. Cada una de ellas con sus fichas no intercambiables, claro. Aunque el cambio que suelan hacer de una moneda a otra sea 1:1, y por tanto las fichas valen exactamente lo mismo, cada una se juega en su mesita, y no te salgas del tiesto porque aparecen los maromos de seguridad y te lo explican todo bien clarito. Por si fuera poco, las mesas también se dividen por juegos, esto es lógico, y por cantidades mínimas de apuesta. En resumen, que al final tardé como 45 minutos en saber cómo y dónde apostar, para perderlo todo en 45 segundos. Confirmo desde aquí que lo de afortunado en el juego, desafortunado en amores y viceversa es un mito, porque esto estaba lleno de gente con pasta y yo me volví a Manila, una vez más, sin lograr el braguetazo. Parece que se resiste la cosa.
Plaza Lardo do Senado. Muy bonita, pero no dejarse engañar, aquí hay pocao más que rascar.
St. Paul's Church. Es lo que se ve y punto porque detrás no hay nada. Es como un decorado, pero con guiris.
Todo muy austero: las lámparas, el techo, las columnas, los coches...
y hasta arriba, no cabe un alma alrededor de cada mesa o máquina.

¿¡Quién quiere baldosas cuando puede forrar el suelo de lingotes!? Será por oro!!
Dimos una vuelta por la parte antigua de Macao, hasta llegar al templo chino A-Ma, vimos que aquí tienen que poner la flor de loto en toda superficie plana o escultura posible. Depués, de vuelta a la zona de casinos de Taipa, que, para qué nos vamos a engañar, es lo verdaderamente típico de Macao y pasear por la zona antigua no aporta más, sobre todo porque la gente de aquí es francamente desagradable. También es verdad que la zona de casinos no es mucho más acogedora porque los jugadores estánaislados de su entorno, concentrándose únicamente en su juego, al igual que los japoneses hacían con los cideojuegos en Tokyo.
Casinos de Macau Peninsula y el Venetian y el Galazy en Taipa.
En esta zona hay grandes casinos como el Venetian, el Galaxy o los del complejo City of Dreams. Cada uno muy diferente, pero todos muy grandes, lujosos y llenos de luces, hasta el punto de que queda un poco macarra y recargado, sobre todo los interiores tan recargados, tan brillantes y con tanto plástico. Aún así, el conjunto es digno de ver y por la noche gana muchísimos puntos. En el City of Dreams hacen además el espectáculo The House of Dancing Water, que es tipo Circo del Sol pero con la diferencia de que el escenario es una piscina, bastante profunda, con la capacidad de cinco olímpicas. El que sea en agua hace todas las acrobacias mucho más impresionantes, pero además el escenario circular se solidifica en algunas partes del espectáculo para que todo sea más variado y dinámico. Eso, el cambio constante de forma del escenario, la música perfectamente adaptada y las luces sincronizadas en cada momento con la banda sonora hacen que la visita a Macao valga la pena incluso si sólo es pare ver el espectáculo acuático. La entrada no es barata, pero después de verlo, todo el mundo coincide en que se hace barata.
El escenario es tan rponto líquido como sólido, o plano como desnivelado.
En un momento hay un abordaje a un barco...
...,al siguiente la escena es en un templo en tierra firme...
...y termina en el agua otra vez.
 
Merece la pena también ver el resto del City of Dreams, con los pasillos de moqueta llenos de espejos, tiendas, esculturas, la discoteca Cubic, coches de exposición, y el Vquarium, unas pantallas gigantes de 19x6’7 metros y 11 toneladas que simulan un fondo marino en el que aparecen y desaparecen sirenas nadando desde lo profundo del océano. Una fina cascada de agua cae por la superficie de cada pantalla acrílica para darle, si cabe, un toque más realista.
El efecto de la cascada de agua no se nota bien en la foto, pero sí se ve el tamaño de la pantallita.
Cuando terminó nos acercamos a Nam Van Lake Cybernetic Fountain para seguir con los espectáculos de agua y luces y…en fin, seguramente si yo me pongo a hacer juegos de luces con el móvil desde detrás del grifo de mi lavabo consiga el mismo efecto. Fue más decepcionante incluso que la Symphony of Lights de Hong Kong, y ese listón quedo alto.

El último día decidimos variar un poco de actividades y nos acercamos al Macau Giant Panda Pavilion en Coloane. De hecho, no sólo nos acercamos sino que prácticamente lo bordeamos hasta encontrarlo. Entre la falta de indicaciones y lo poco que colabora la gente de Macao, tuvimos que intuir hacia dónde habría que ir para llegar. Y, naturalmente, intuimos mal. Tan mal que terminamos trepando a una montaña hasta que nos encontramos con que el edificio que tenía no era el centro de pandas sino el de enfermedades infecciosas. ¡Bravo! Ahora, deshidratado y desorientado, date la vuelta, baja la montaña y encuentra  a los pandas! Para más inri, estaban al lado de donde empezamos a subir la montaña, y esto fue casi tan ridículo como la primera noche, cuando, queriendo ir al Venetian en Taipa, cogimos por error un bus a Macau Peninsula sin saber que era el último, y nos la clavaron, pero bien, para volver en taxi. De nuevo, la no amabilidad de los habitantes de Macao no facilitó nada las cosas. A partir de entonces tomamos una política de intercambio de amabilidad por dinero, así que terminamos colándonos por la cara en casi todos los transportes que pudimos.

El caso es que conseguimos llegar a ver los pandas. Pandas, en plural, por la mínima, porque son dos pandas y punto. Aún así está bien porque no es un zoológico sino un centro donde intentan evitar la extinción de la especie, y los pandas están como reyes.
Esta vez desde la barrera. No había forma de meterse ahí con el panda.
Y como reyes fuimos recibidos en Manila, otra vez, por un tifón que, con tal lluvia torrencial y viento desproporcionado, se terminó cepillando media ciudad con inundaciones, cortes de luz, de comunicaciones y demás comodidades incluidas. Mi casa es un piso 26 y tuve que achicar agua así que con eso queda dicho todo, pero, como ellos dicen, It's more fun in the Philippines y, lo cierto es que lo cumplen porque incluso los destrozos de un tifón tienen parte positiva para ellos:

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